La medicina facultativa u ortodoxa surge como parte del
desarrollo de lo que de una manera muy general puede denominarse pensamiento de
Occidente, el cual se constituye como la principal base de nuestras ideas,
reflexiones y sentimientos cotidianos y académicos; y como el orden y el
abecedario a partir del cual construimos nuestros conocimientos tanto profanos
como científicos.
Esta forma de
pensamiento se consolida desde la época del Renacimiento en Europa (siglos XV
-XVII), y se encuentra directamente vinculada a procesos económicos como el
Capitalismo y la Revolución Industrial, políticos como la Revolución Francesa,
y sociales y culturales como el desarrollo de la Modernidad. Sus pilares filosóficos son el Positivismo,
corriente que motiva a aceptar sólo lo que se puede medir, cuantificar y
percibir con nuestros cinco más evidentes sentidos, y el Mecanicismo, que
supone que todo en el universo puede mirarse desde una sola racionalidad, puede
fragmentarse como las piezas de un reloj, y puede predecirse porque nada se
sale de unas supuestas leyes generales que determinan tanto el cuerpo como la
sociedad.
Esta forma de pensar que sobrevalora lo racional, fue
desestimando todo aquello que la lógica no logra explicar, como lo subjetivo,
la magia y la intuición. Esta historia
fue protagonizada por pensadores como Descartes, Bacon, Copérnico, Newton y
Laplace entre muchos otros, y surgió inicialmente como reacción al pensamiento
medieval que subestimaba la razón humana para darle predilección al poder de lo
divino.
El Modelo
Médico Hegemónico (medicina facultativa u ortodoxa), se entiende entonces como conjunto de prácticas, saberes y
teorías generadas por el desarrollo de lo que se conoce como medicina
científica, el cual desde fines del siglo XVIII ha ido logrando dejar como
subalternos al conjunto de prácticas, saberes e ideologías que dominaban en los
conjuntos sociales, hasta lograr identificarse como la única forma de atender
la enfermedad, legitimada tanto por criterios científicos como por el Estado.
Existe toda una organización social, ideológica, económica y
política que fortalece dicha hegemonía, mediante la exclusión de posibilidades
de ver y actuar diferentes, y mediante la aceptación y construcción de ideas
que avalan y justifican el mismo modelo médico.
Probablemente por esa razón se acepta con tanta facilidad, en casi todas
las disciplinas y en casi todos los ámbitos de nuestra vida, esta forma
hegemónica de pensar y de actuar. Es
importante anotar que la hegemonía no implica la inexistencia de diversidad ni
de formas diferentes de pensar y de sentir, por el contrario, prácticamente la
hegemonía de un modelo lleva consigo formas de resistencia que llenan de
esperanza el camino y hacen posible su transformación y replanteamiento.
Este Modelo Médico Hegemónico establece como principales
parámetros para entender y actuar sobre la salud y la enfermedad los
siguientes:
a) biologismo,
ahistoricidad y asocialidad, es decir que reduce a los individuos a su
dimensión física aislándola de toda condición social, histórica y espiritual,
b) concepción de la
enfermedad como ruptura, desviación y diferencia, y de la salud como normalidad
estadística,
c) práctica curativa basada en la eliminación del síntoma,
d) relación médico – paciente asimétrica, de subordinación
social y técnica del paciente,
e) la salud – enfermedad como mercancía y tendencia
inductora al consumismo médico,
f) medicalización de
los problemas, y
g) identificación
ideológica con la racionalidad científica como criterio manifiesto de exclusión
de otros modelos.
En general, se trata de una concepción mecanicista del ser
humano, que lleva, entre otras cosas, a las inconsistentes separaciones entre
las partes de un todo, entre la mente y el cuerpo, y entre el individuo, la
sociedad y el universo; a la búsqueda de certidumbres y de verdades absolutas;
a la creencia en la causalidad lineal como única forma de relación; y a la
subvaloración de la subjetividad.
y cual es la diferencia etre la medicina tradicional
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